LOS ROSTROS DE LA AGRESIVIDAD
(Describe a nuestro Marte en la carta natal)
La lista siguiente, está tomada del
libro de Piero Ferucci <<What We May Be>>; pertenece a un capítulo
titulado <<Los tigres de la agresividad>>, y muestra las diversas
actitudes mediante las cuales se expresa o se disfraza la agresividad.
Generalmente, uno suele pensar que no es una persona colérica o agresiva, pero
si tiene tendencia a adoptar alguna de las actitudes que aquí
se enumeran, es muy probable que
esté enmascarando una cólera profunda.
La agresividad se expresa mediante:
1) Un odio frío y silencioso.
2) El espíritu crítico.
3) La autodestructividad.
4) El sarcasmo.
5) La irritación.
6) El resentimiento.
7) Gruñidos.
8) Cavilaciones.
9) El disfrute de la violencia a través
de otros.
10) El desdén
11) Las fantasías agresivas
12) El sabotaje pasivo
13) La crueldad
14) La amargura
15) La oposición irrazonable
16) El malhumor
17) El espíritu vengativo
18) La maledicencia
De modo que si uno tiene demasiada
tendencia al malhumor, simplemente está enmascarando su agresividad. Las
personas que tienden a criticar, están expresado su resentimiento y su rabia.
La maledicencia es una expresión de enojo y de dolor; el sarcasmo puede ser el
disfraz de una gran rabia oculta; el comportamiento autodestructivo no es más
que la cólera vuelta hacia adentro; el desdén manifiesta una rabia pasiva y un
rechazo contra uno mismo; la
tendencia a cavilar es la energía
agresiva que se queda adormecida en las fantasías. En el deseo de vengarse hay una
expresión de agresividad en su forma más negativa. Si uno se aferra a la
negatividad y al odio, se le hará difícil amar y lograr el amor de otras
personas.
Una mujer puede estar enojada con su
marido, pero en vez de ser directa en expresar su enojo, en el desayuno se
quejará y hará un tremendo lío porque él deja migajas de tostada sobre la mesa.
Recuerdo una mujer que tiene el Sol
en cuadratura (Fuerte contacto energético) con Marte y que estuvo en terapia
conmigo. Antes de llegar a una de las sesiones, había entrado a un café, y
había pedido la marca Horlicks (leche malteada), y no la tenían. Se pasó la
media hora de la sesión quejándose amargamente de cómo era posible que no
tuvieran Horlicks y de lo enojada que estaba por eso. Y realmente lo estaba.
Finalmente, se me ocurrió preguntarle si durante la semana le había ocurrido
algo que todavía la perturbaba. Entonces me contó que su marido se había ido
a vivir con otra mujer; pero ella no
había relacionado su furia con el incidente del café.
LA PSICOPATOLOGIA DE LA AGRESIVIDAD
Quisiera que quedase claro lo que
sucede si no somos capaces de llegar a un acuerdo con nuestros propios impulsos
agresivos. En rasgos generales, esto tiene tres repercusiones:
a) Reprimimos nuestra agresividad y
la volvemos hacia dentro, contra nosotros mismos.
b) Expresamos la agresividad de
maneras explosivas e infantiles.
c) Ignoramos nuestra agresividad y
se la atribuimos a otros.
Ya hemos hablado de que, si
contenemos nuestra agresividad natural o reprimimos muestro legítimo enojo, esa
energía se vuelve hacia adentro y puede convertirse en un factor que contribuya
a la enfermedad o la depresión. Yo observaría este mecanismo en las cartas
donde Marte está en aspecto difícil con Saturno, Urano, Neptuno o Plutón.
Si uno no reconoce su agresividad,
es probable que se la atribuya a otros y que tenga la sensación de que ellos se
proponen atacarlo y destruirlo. Cuando alguien es paranoide, niega su
hostilidad y se la atribuye a otros.
MANERAS DE TRANSFORMAR LA
AGRESIVIDAD
Invariablemente, hay veces en que
nuestra agresividad natural se verá bloqueada, y este bloqueo produce enojo y
furia. Y aunque no sea sano guardarse esos sentimientos, tampoco es apropiado
darles siempre cause.
Entonces, ¿qué hacemos con las formas más negativas de
agresividad que afloran siempre en nosotros?
Si la agresividad se acumula, es
necesario liberarla mediante alguna forma de descarga muscular. En vez de
estallar y descargar toda la furia sobre alguien, también se la puede descargar
aporreando un cojín, practicando algún deporte, o trabajando en el jardín.
Estas actividades constituyen una especie de higiene emocional, porque limpian
el cuerpo de la toxicidad que puede producir un sentimiento de enojo, de odio o
resentimiento reprimido. Si uno niega algo que lleva dentro, o lo entierra, no
consigue borrarlo, sino hacerlo reaparecer con más fuerza; pero si es capaz de
mirarlo y reconocerlo, aquello termina por encontrar una manera de
transformarse o de expresarse positivamente.
Alguien con una filosofía budista
podría aconsejarnos que para hacer frente a la cólera se puede cultivar el
principio opuesto: reconocer que uno está lleno de odio, pero decidir que
actuará desde el otro extremo, es decir, desde el amor y la comprensión.
Personalmente, esto me inspira cierta desconfianza, porque me huele a represión
o negación de la rabia, y a intento de ser demasiado bueno. Es un error suponer
que si uno se orienta hacia el misticismo su enojo desaparecerá sin más ni más.
Por más que el enojo sea parte natural
de la vida, puede haber ocasiones, en que es mejor manejarse de otra manera
frente a una situación. Piero Ferucci escribe que cuando le preguntó a Florence
Nigthingale qué era lo que motivaba su trabajo hospitalario, tan productivo,
ella respondió sucintamente: <<la furia>>. Es decir que canalizaba
de manera creativa y constructiva la cólera que le provocaban las condiciones
de la atención médica de su época. Si uno se siente muy enojado, quizás podría
canalizar esa furia en algún proyecto que le gustaría llevar a la práctica. Lo
que cambia no son los sentimientos, sino el blanco a dónde estos apuntan.
CONCLUSION
Si uno niega su propio Marte porque
le dan miedo sus aspectos negativos, está en peligro de perder el contacto con
aquella parte de sí mismo que quiere crecer hasta convertirse en lo que
realmente es. Si negamos a Marte y a los demás planetas de tipo de agresivo, no
solo nos deprimimos, sino que caemos además en el cuarto pecado capital, la
pereza, que se puede interpretar como el pecado de no hacer de la propia vida
lo que sabemos que podríamos hacer,
y nos
quedamos con la culpa de no haber realizado nuestras posibilidades.
Texto
extraído del libro
La dinámica
del inconsciente
Liz Greene.
Gracias por existir.